04 marzo 2009

El papel actual y potencial de los medios de comunicación en la gestión del riesgo


Este número del Son de Tambora hace parte de nuestra serie especial de análisis. En esta ocasión, Gustavo Wilches-Chaux ha respondido a la invitación abierta que La Iniciativa de Comunicación formula a su red, a escribir análisis críticos alrededor de la comunicación. Wilches-Chaux, escritor colombiano, especialista en gestión del riesgo, consultor internacional del Proyecto PREDECAN, en fragmentos del capítulo sobre Comunicación e Información del libro que actualmente escribe, reflexiona sobre las contribuciones, positivas y negativas de los medios, a la construcción de una relación más segura y más sostenible entre las comunidades humanas y el territorio del cual forman parte, a la sostenibilidad y a la seguridad territorial.

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EL PAPEL ACTUAL Y POTENCIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA GESTIÓN DEL RIESGO

Sin pretender, ni mucho menos, indicarles a los medios de comunicación cómo deben realizar su trabajo, nos atrevemos a proponer algunas reflexiones sobre los aspectos positivos del papel que actualmente cumplen esos medios en el propósito de construir una relación más segura y más sostenible entre las comunidades humanas y el territorio del cual forman parte, así como también sobre las que consideramos sus carencias.

Esperamos, sobre todo, llamar la atención sobre las posibilidades que pensamos que los medios no aprovechan completamente, para contribuir al mencionado propósito de construir sostenibilidad y seguridad territorial. Para estos efectos, entenderemos por sostenible al tipo de relación en la cual ni la dinámica de la naturaleza constituye una amenaza contra las comunidades, ni la dinámica de éstas constituye una amenaza contra los ecosistemas. Y por seguridad territorial entenderemos el conjunto de factores y de interacciones, de los cuales depende que un territorio esté en capacidad de ofrecerles seguridad integral a sus habitantes. Como ejemplos de esos factores podemos identificar una serie de seguridades parciales, tales como la seguridad alimentaria, la seguridad ambiental, la social, la económica y la jurídica e institucional.

En cuanto a los aspectos positivos del cubrimiento que hacen los medios sobre temas relacionados con desastres, resaltamos los que consideramos más importantes:

* A través de las noticias sobre desastres, contribuyen a situar el tema en las mentes (que no siempre en las agendas) de las comunidades y sus líderes.
* Presentan distintos puntos de vista sobre esos desastres, y no exclusivamente los comunicados oficiales.
* A través del periodismo investigativo, realizan y llevan al público, análisis de situaciones relacionadas con desastres. En algunos casos logran que esos temas entren en las agendas de los gobernantes.
* En situaciones de emergencia (o de pre o post emergencia) facilitan que la información procedente de las autoridades o de instituciones científicas, llegue al público que las necesita.
* Recogen y transmiten peticiones y reclamos de las comunidades afectadas por desastres, y facilitan que éstas lleguen a las autoridades y a un público ámplio.
* Contribuyen a la reunificación de familias y comunidades que han quedado dispersas como consecuencia de una emergencia o desastre.
* En general, la diversidad de los medios de comunicación, la incursión de los medios impresos en internet, los desarrollos tecnológicos que permiten llevarle al público los acontecimeintos del mundo en tiempo real, abren un universo de posibilidades para que los medios asuman de manera más activa su papel en la gestión del riesgo.

En cuanto a los aspectos negativos, mencionamos los siguientes:

* Muchas veces las noticias se limitan a presentar los hechos más dramáticos y más evidentes (los más "noticiosos"), pero sin penetrar en el análisis de las causas y los procesos que han conducido a la aparición del desastre.
* A partir de las noticias que ocurren en alguna parte del mundo, casi nunca se generan reflexiones o debates para que las comunidades locales se pregunten en qué medida eso mismo pudiera ocurrir en cada una de ellas, cuál es su vulnerabilidad y cuál es su nivel de preparación social e institucional para enfrentar los efectos de amenazas similares.
* La manera como se suelen presentar las noticias contribuye a consolidar una serie de estereotipos existentes sobre los desastres y quienes los padecen. La falta de análisis sobre procesos y causas, refuerza la idea de que los desastres son sucesos súbitos o inesperados, que dependen de "la furia de la naturaleza" o de "la voluntad de Dios", pero no ayuda a entender que los riesgos y los desastres son construcciones sociales derivadas de la manera como nos relacionamos con nuestro territorio. Así mismo, "las víctimas" de los desastres se presentan como seres desvalidos, que como resultado de la crisis que padecen, supuestamente han perdido hasta la capacidad de pensar y decidir, debido a lo cual dependen de que "la solidaridad" desde el exterior se haga cargo totalmente de su recuperación.
* No existe un seguimiento a las noticias que permita conocer la evolución de los hechos dramáticos que han aparecido en los medios, lo cual impide derivar, a partir de esos hechos, lecciones que otras comunidades –o las mismas- puedan aprovechar para manejar de manera más adecuada los riesgos que las afectan y evitar que éstos se conviertan en nuevos desastres.
* No existe un compromiso claro por parte de los medios y de sus trabajadores, en el sentido de que la información que entregan al público, y la manera como la entregan, debe tener como prioridad fortalecer la autonomía de las comunidades afectadas y su capacidad para retomar lo más pronto posible el protagonismo de la situación y las riendas de su propio destino.

Mahatma Ghandi escribía en una "Carta a un Amigo":

Te voy a dar un talismán.
Siempre que te asalten dudas o cuando el Yo te resulte demasiado pesado, adopta el método siguiente:
Trata de recordar el rostro del hombre más pobre y desvalido que hayas conocido y pregúntate si lo que vas a hacer le puede resultar útil a ese individuo.
¿Podrá sacar de eso algún provecho?
¿Le devolverá cierto control sobre su vida y su destino?
En otras palabras ¿lo que vas a hacer contribuirá al Swaraj o autonomía de los millones de compatriotas que mueren de hambre material y espiritual?
Encontrarás así que tus dudas y tu Yo se disipan.

Las palabras de Gandhi, trasladadas sin modificaciones al campo de la comunicación y la información pública, equivale a que nos preguntemos si el trabajo que realizamos -si la información que pasa a través nuestro y la manera como la transmitimos- contribuye a que las comunidades sometidas a una amenaza de cualquier tipo y origen (natural, socionatural o antrópico) o que las comunidades que ya han sido afectadas por un desastre, ganen mayor control sobre sus vidas y su destino, o si, por el contrario, refuerza la condición de "víctimas impotentes" que se les suele atribuir desde afuera; estereotipo que, además, rige la manera como muchos actores externos se relacionan con esas comunidades y que, en gran medida en virtud de los medios de comunicación, las mismas comunidades acaban por "comprar" y adoptar. En un mundo mediático como el actual, los seres humanos caemos con frecuencia en la trampa de convertirnos en lo que los medios dicen de nosotros, aunque en un principio hayamos sido concientes de las discrepancias entre la imagen impuesta, nuestra visión de nosotros mismos y nuestra realidad.

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La versión original del texto siguiente fue escrita por Wilches-Chaux en 2005, pero la recuperamos y adaptamos para este Son de Tambora, por considerar que las reflexiones que allí se exponen conservan su vigencia.

CNN Y EL CUBRIMIENTO DE KATRINA

"Brújula, bastón y lámpara para trasegar los caminos de la Educación Ambiental"
Gustavo Wilches-Chaux
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia (Bogotá, 2007)

Veamos un ejemplo del papel y las posibilidades de los medios frente a la educación. Se trata de la manera como la cadena CNN en sus versiones en inglés y en castellano, cubrió el paso del huracán Katrina por los estados de Louisiana, Mississippi y Alabama, al sur de los Estados Unidos, a finales de Agosto y principios de Septiembre del año 2005. En este caso el objetivo no era generar "materiales" para apoyar a la escuela formal (que es un papel que están asumiendo algunos medios escritos en los últimos años), sino meramente informar.

La manera como día tras día esa cadena fue cubriendo la noticia (especialmente después de la primera semana), le permitió a la audiencia internacional algo que no ha sido común en desastres anteriores: entender las causas de tipo ecológico, económico, político y social que determinaron que un fenómeno de la naturaleza –como un huracán- se convirtiera en desastre. Y comprender los procesos (y los responsables) que subyacen tras esas mismas causas.

La información que llegó al público a través de las noticias "escuetas", pero también de espacios especializados de la misma cadena, permitieron entender a cabalidad de qué manera el deterioro ecológico a que ha estado sometida esa región durante los últimos 100 años, generó las condiciones para que se produjera el desastre, al igual que los problemas subyacentes de conflicto económico, social y racial, las condiciones de ingobernabilidad y la incomunicación entre el gobierno local, el gobierno estatal y el gobierno federal, que contribuyeron a agravar la situación. Es decir, se evidenció que el desastre era, en el fondo, el resultado de la incomunicación entre las dinámicas de los ecosistemas afectados, y la dinámica de un proceso de desarrollo que pareció dejar de lado la certeza de que ese territorio debía se compartido con los huracanes, y por lo tanto había que adecuarse a sus dinámicas. Y así mismo, se evidenció también que, por ejemplo, no existían suficientes canales de comunicación entre los científicos y los técnicos encargados de pronosticar y monitorear los huracanes, y los tomadores de decisiones sobre el desarrollo. Ni entre los primeros y las comunidades que deberían haber sido capaces de reclamar el derecho a estar bien informados y a habitar un territorio seguro frente a las dinámicas hidrometeorológicas.

Es decir, fueron varias decenas de horas de la más clara y efectiva educación ambiental.

Normalmente la manera como los medios de comunicación les presentan los desastres a la opinión pública y a los mismos afectados, refuerzan estereotipos y generan actitudes que en lugar de fortalecer su autonomía y su capacidad de decisión, producen mayor dependencia y mayor confusión.

En el ejemplo que comentamos, la cadena CNN avanzó muy positivamente en términos de superar el amarillismo que normalmente caracteriza a la información sobre este tipo de hechos (incluso en esa misma cadena), y penetró de manera muy interesante en el análisis. Y cuando no, entregó elementos de juicio para realizar ese análisis, lo cual, por ejemplo, no sucedió con el cubrimiento que hizo CNN del desastre que afectó luego a Pakistán y a la India, o del que en esa misma temporada de huracanes afectó a Centroamérica y México. En esos casos volvieron a utilizarse los "guiones prefabricados" para informar sobre cualquier desastre, sin importar sus particularidades.

El periodista Anderson Cooper, corresponsal "estrella" de CNN, relata en su libro "Dispatches from the Edge", que cuando se encontraba en Sri Lanka cubriendo los efectos del tsunami de diciembre de 2004, recibió una llamada de un productor desde Nueva York para pedirle que realizara un reportaje sobre los niños raptados. "¿Qué niños raptados?", le preguntó Cooper. "Dicen que hay una cantidad enorme de huérfanos de la tormenta que están siendo raptados y vendidos como esclavos sexuales", insistió el productor. "¿Quiénes dicen?", preguntó Cooper de nuevo. "Todo el mundo", contestó el productor desde Nueva York. "Se habla de eso en todas partes".

El "guión preestablecido" determina que en todos los desastres debe haber niños raptados, víctimas impotentes que dependen de actores externos no solamente para sobrevivir sino también para pensar y decidir, funcionarios locales ineptos y corruptos, desaparición súbita del tejido social de la comunidad afectada. Y por supuesto aviones Hércules cargando y llevando ayudas materiales y equipos de socorro de los paises que se autodenominan "desarrollados".

Pero nada que permita entender las causas económicas, políticas y sociales del desastre, ni las rupturas de la comunicación entre ecosistemas y comunidades, que impidieron que las segundas pudieran convivir sin traumatismos con las dinámicas de la naturaleza. El típico ejemplo de la maleducación ambiental en que suelen incurrir los medios de comunicación.

A partir de las anteriores reflexiones, analicemos el cubrimiento noticioso que se les ha dado a los últimos desastres que han afectado a diversas regiones del mundo, en particular de América Latina, para preguntarnos:

¿Nos han ayudado los medios de comunicación electrónicos e impresos, a entender los procesos que a lo largo de varias generaciones han creado las condiciones para que ocurran desastres?

¿Han contribuido las instituciones científicas y las autoridades correspondientes, a que los medios de comunicación pueden entender y ayudar a interpretar esos procesos?

La respuesta rotunda a ambas preguntas es NO. Si miramos la manera como –con algunas notables excepciones- los medios informan sobre los desastres, encontramos que, por lo general, se limitan a los aspectos más dramáticos y más puntuales de las emergencias, a través de las cuales se visibilizan los procesos subyacentes, pero que apenas constituyen la punta del iceberg: el sufrimiento de los afectados, los socorristas embarrados, los bomberos sin aire, las expresiones coyunturales de la actividad institucional, etc.

Pero nada o muy poco sobre las causas que día a día, van construyendo los riesgos que se convierten en desastres. Nada sobre el desordenamiento territorial de las actividades humanas, que obliga a la naturaleza a protestar. Nada que permita entender de qué manera remotas o recientes políticas económicas han contribuido a que el territorio pierda la capacidad de ofrecerles a sus habitantes la necesaria seguridad.

En consecuencia, nada que nos permita a los habitantes del país comprender de qué manera, por acción u omisión, contribuimos a generar los desastres o, por el contrario, cómo podríamos participar en la construcción de una mayor sostenibilidad y seguridad territorial.

Es decir, los medios de comunicación y las instituciones científicas están desperdiciando de manera lamentable la posibilidad de llevar a cabo una educación ambiental eficaz, dirigida al conjunto de la sociedad.

Gustavo Wilches-Chaux.
wilcheschaux@etb.net.co