28 julio 2012

GARY SNYDER EN MADRID


CULTURA

Gary Snyder: «La Naturaleza no es 
poesía, es una performance»

Día 12/05/2011 - 

Gary Snyder: «La Naturaleza no es poesía, es una performance»
ÁNGEL DE ANTONIO 

Con tan solo una mesa de por medio, su cara es como la de esos forajidos de leyenda del cine o del country. Como Willie Nelson o Kris Kristofferson. Es lo que tiene haberse pasado media vida en las montañas, respirando a pleno pulmón, mientras husmeas en las huellas de un oso de cincuenta arrobas. Media vida entre pinos ponderosa y coyotes, rayos, truenos y centellas, y la otra media estudiando budismo en Japón o confraternizando con los pieles rojas.

Gary Snyder, 81 años cumplidos el domingo, compañero de parranda de la Beat Generation (sobre todo de Ginsberg y Kerouac, que lo hizo uno de los protagonistas de «Los vagabundos del Dharma», Japhy Ryder), una de las grandes voces de la poesía norteamericana contemporánea (Pulitzer de Poesía, 1975), parece como si Walt Whitman hubiese crecido en la cuneta de la Ruta 66. Tiene algo de santón hippie, y tiene mucho de sabio, de chamán que convoca en sus versos a las fuerzas telúricas, a la memoria del hombre, a los bosques, a los ríos. En la mano derecha, dos anillos. Uno, azul turquesa. ¿Navajo? No sería extraño, los navajos eran expertos en decodificar los mensajes cifrados de los «japos». Y ese es el oficio de este devoto de Machado, decodificar lo que nos remiten los dioses y hacerlo poesía. Políticamente incorrecto, Snyder lleva décadas diciendo verdades como puños sobre la ecología, las políticas consumistas, la contracultura.

Esta tarde en la Casa Encendida de Madrid ofrecerá un recital tras la proyección de un documental dedicado a su vida y su obra, titulado «La práctica de lo salvaje», dirigido por John J. Healey. El programa se repetirá el lunes 16 en el Espai Cultural de Caja Madrid en Barcelona.

—¿La Naturaleza es el mejor libro de poesía jamás escrito?
—No, no es un libro. La Naturaleza es una representación, una auténtica performance. Y además, la Naturaleza es anterior a la escritura. La poesía es una variedad del arte, y no creo que la Naturaleza necesite al Arte.

—«La Naturaleza imita al arte», nos epataba Oscar Wilde.
—¿Ah, sí? No sé (frunce el ceño, no debe de ser uno de sus preferidos).

—¿El budismo enseña a ser poeta?
—Nunca pensé en aprovecharme del budismo para escribir. El budismo sirve para saber qué es lo que está sucediendo en el mundo. Es útil para cualquiera, sea poeta o no.

—La historia de la cultura enseña que ser un genio no suele significar ser buena persona. Su poesía está comprometida con el hombre, con la Tierra. ¿Es posible la estética sin ética?
—Podríamos argumentar que la ética está muy vinculada a la belleza pero el arte, la poesía, es un don, un regalo, algo que le llega de fuera al creador. El artista es el vehículo. A veces se merecen ese don y están a la altura, y a veces no lo están tanto.

—¿Qué puede ofrecer la poesía al hombre del siglo XXI, sumergido hasta el cuello en las nuevas tecnologías, las redes sociales, el vértigo?
—Cualquier arte trabaja con una determinada materia prima. En la poesía, esa materia prima es el lenguaje. Hoy por hoy, cuando la inmediatez y la rapidez son un hecho, la poesía debe servir para que nos detengamos, nos tomemos con calma percibir la realidad a través de ese lenguaje. La poesía y el lenguaje son mucho más complejos que cualquier sistema de transmisión tecnológico que hayamos inventado.

—Usted siempre se ha manifestado de forma contundente y no correcta políticamente. Supongo que algo tendrá que decir sobre la muerte de Osama Bin Laden...
—Mi visión, que es contracultural, es la que realmente me hubiera gustado hablar con él. Saber cómo pensaba, que se la pasaba por la cabeza para hacer lo que hacía. Creo que le habría enseñado a meditar.

—Aunque no se sienta miembro de ella, usted estuvo ligado estrechamente a la Beat Generation. Cincuenta años después del libro fundacional del grupo, el «Aullido» de Ginsberg, ¿cree que la influencia de esos poetas se ha dejado sentir en las siguientes generaciones de norteamericanos, o eso es una cosa de europeos que siempre estamos idolatrando Hollywood, Elvis, el rock and roll, el verano del amor, Woodstock?
—Es increíblemente sorprendente la influencia beat en la cultura contemporánea de los Estados Unidos. Es una influencia intensísima, que se ha filtrado tanto en la sociedad que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Y la verdad es que no siempre ha sido una buena influencia. La herencia de Jack Kerouac no ha sido tan excelente (risas y risas).