10 diciembre 2015

Ante el crepúsculo


“La madre Tierra está acercándose al crepúsculo de su ciclo vital, cuya causa estructural corresponde al sistema capitalista, que ha desarrollado una fuerza arrolladora y destructiva en nombre de la libertad de mercado, de libre competencia. La visión antropocéntrica y mercadocéntrica convierte a la naturaleza en un simple objeto de explotación y lucro. Si continuamos el camino trazado por el capitalismo, estamos condenados a desaparecer.”
( El presidente boliviano Evo Morales en la cumbre del clima en París. ) 

28 julio 2012

GARY SNYDER EN MADRID


CULTURA

Gary Snyder: «La Naturaleza no es 
poesía, es una performance»

Día 12/05/2011 - 

Gary Snyder: «La Naturaleza no es poesía, es una performance»
ÁNGEL DE ANTONIO 

Con tan solo una mesa de por medio, su cara es como la de esos forajidos de leyenda del cine o del country. Como Willie Nelson o Kris Kristofferson. Es lo que tiene haberse pasado media vida en las montañas, respirando a pleno pulmón, mientras husmeas en las huellas de un oso de cincuenta arrobas. Media vida entre pinos ponderosa y coyotes, rayos, truenos y centellas, y la otra media estudiando budismo en Japón o confraternizando con los pieles rojas.

Gary Snyder, 81 años cumplidos el domingo, compañero de parranda de la Beat Generation (sobre todo de Ginsberg y Kerouac, que lo hizo uno de los protagonistas de «Los vagabundos del Dharma», Japhy Ryder), una de las grandes voces de la poesía norteamericana contemporánea (Pulitzer de Poesía, 1975), parece como si Walt Whitman hubiese crecido en la cuneta de la Ruta 66. Tiene algo de santón hippie, y tiene mucho de sabio, de chamán que convoca en sus versos a las fuerzas telúricas, a la memoria del hombre, a los bosques, a los ríos. En la mano derecha, dos anillos. Uno, azul turquesa. ¿Navajo? No sería extraño, los navajos eran expertos en decodificar los mensajes cifrados de los «japos». Y ese es el oficio de este devoto de Machado, decodificar lo que nos remiten los dioses y hacerlo poesía. Políticamente incorrecto, Snyder lleva décadas diciendo verdades como puños sobre la ecología, las políticas consumistas, la contracultura.

Esta tarde en la Casa Encendida de Madrid ofrecerá un recital tras la proyección de un documental dedicado a su vida y su obra, titulado «La práctica de lo salvaje», dirigido por John J. Healey. El programa se repetirá el lunes 16 en el Espai Cultural de Caja Madrid en Barcelona.

—¿La Naturaleza es el mejor libro de poesía jamás escrito?
—No, no es un libro. La Naturaleza es una representación, una auténtica performance. Y además, la Naturaleza es anterior a la escritura. La poesía es una variedad del arte, y no creo que la Naturaleza necesite al Arte.

—«La Naturaleza imita al arte», nos epataba Oscar Wilde.
—¿Ah, sí? No sé (frunce el ceño, no debe de ser uno de sus preferidos).

—¿El budismo enseña a ser poeta?
—Nunca pensé en aprovecharme del budismo para escribir. El budismo sirve para saber qué es lo que está sucediendo en el mundo. Es útil para cualquiera, sea poeta o no.

—La historia de la cultura enseña que ser un genio no suele significar ser buena persona. Su poesía está comprometida con el hombre, con la Tierra. ¿Es posible la estética sin ética?
—Podríamos argumentar que la ética está muy vinculada a la belleza pero el arte, la poesía, es un don, un regalo, algo que le llega de fuera al creador. El artista es el vehículo. A veces se merecen ese don y están a la altura, y a veces no lo están tanto.

—¿Qué puede ofrecer la poesía al hombre del siglo XXI, sumergido hasta el cuello en las nuevas tecnologías, las redes sociales, el vértigo?
—Cualquier arte trabaja con una determinada materia prima. En la poesía, esa materia prima es el lenguaje. Hoy por hoy, cuando la inmediatez y la rapidez son un hecho, la poesía debe servir para que nos detengamos, nos tomemos con calma percibir la realidad a través de ese lenguaje. La poesía y el lenguaje son mucho más complejos que cualquier sistema de transmisión tecnológico que hayamos inventado.

—Usted siempre se ha manifestado de forma contundente y no correcta políticamente. Supongo que algo tendrá que decir sobre la muerte de Osama Bin Laden...
—Mi visión, que es contracultural, es la que realmente me hubiera gustado hablar con él. Saber cómo pensaba, que se la pasaba por la cabeza para hacer lo que hacía. Creo que le habría enseñado a meditar.

—Aunque no se sienta miembro de ella, usted estuvo ligado estrechamente a la Beat Generation. Cincuenta años después del libro fundacional del grupo, el «Aullido» de Ginsberg, ¿cree que la influencia de esos poetas se ha dejado sentir en las siguientes generaciones de norteamericanos, o eso es una cosa de europeos que siempre estamos idolatrando Hollywood, Elvis, el rock and roll, el verano del amor, Woodstock?
—Es increíblemente sorprendente la influencia beat en la cultura contemporánea de los Estados Unidos. Es una influencia intensísima, que se ha filtrado tanto en la sociedad que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Y la verdad es que no siempre ha sido una buena influencia. La herencia de Jack Kerouac no ha sido tan excelente (risas y risas).



05 marzo 2011

"La Perla Perdida"



La perla perdida

El Emperador Amarillo fue paseando
al norte de Agua Roja,
a la montaña de Kwan Lun. Miró a su
alrededor
desde el borde del mundo. Camino a casa,
perdió su perla del color de la noche.
Mandó a la Ciencia a buscar su perla, y no consiguió nada.
Mandó al Análisis a buscar su perla, no
consiguió nada.
Mandó a la Lógica a buscar su perla, y no
consiguió nada.
Entonces preguntó a la Nada,¡y la Nada la
tenía!

El emperador Amarillo dijo:
"¡Es en verdad extraño: la Nada,
que no fue mandada,
que no trabajó para encontrarla,
tenía la perla del color de la noche!"


(Thomas Merton, El camino de Chuang Tzu)


Una mutación portentosa





A grandes rasgos, los humanos como especie estamos atravesando una de las mayores transformaciones imaginables en el orden evolutivo del universo. Estamos dejando atrás la etapa que hace unos once mil años dio paso a la llamada “revolución neolítica”.

No se trata de un relato de ciencia ficción sobre “otra realidad” cimentada sobre alguna fantasía sin asideros. Es el futuro de nuestra experiencia en la Tierra, que algunos ya denominan “revolución noética”. Por ejemplo, en su libro L’Age de la Connaissance (2005, La Era del Conocimiento), el pensador Marc Halévy expresa que la nuestra especie se encuentra en los umbrales de una genuina revolución noética cuyos fundamentos serán el talento, la creatividad, la imaginación, la intuición y la capacidad de transmitir ese conocimiento mediante una nueva educación.

Neolítico significa “piedra pulimentada”, se aplicó al tercer y último período de la Edad de Piedra y se entiende por revolución neolítica (anterior a la Edad de los Metales) un trascendental cambio por el cual, tras decenas de miles de años de caza, pesca y recolección; la humanidad comenzó a practicar actividades agropecuarias, unos nueve mil años antes de Cristo. Sus características fueron: la sedentarización, la agricultura, la ganadería y la cerámica; y el inicio de las navegaciones. Al llegar a su madurez se inició la formación de sociedades urbanas. A partir del siglo XVIII de la era actual, en algunos países la industria pasó a ser la actividad fundamental, sentando las bases económicas que consolidaron la revolución industrial, ahora en estado crítico.

La palabra "noético" deriva de la raíz griega nous que significa "conocimiento, inteligencia, espíritu". Ha dado base a otros términos como noosfera (Pierre Teilhard de Chardin) o noología (Edgar Morin). En inglés, se utiliza con gran frecuencia en el ámbito estadounidense donde en Sausalito, California funciona un Instituto de Ciencias Noéticas fundado por el ex astronauta Edgar Mitchell. En francés, "noese" se usa con frecuencia como un adjetivo en círculos de estudios fenomenológicos (donde es definido el proceso de “conocer”) y también entre los semiólogos como “referente al conocimiento”.

La revolución noética fue preanunciada por pensadores como Henri Bergson, Albert Einstein y Werner Heisenberg, entre otros, y viene siendo configurada por Edgar Morin, Ilya Prigogine, Trinh Xuan Thuan, Ervin Laszlo, Hubert Reeves, Jacques Lesourne, Henri Atlan y muchos más. Entre nosotros, Hugo Rodríguez. El paleontólogo Teilhard documentó el modo en que la evolución cósmica (de la cual somos parte) ha pasado sucesivamente de la Energía a la Materia, de la Materia a la Vida, y actualmente de la Vida al Pensamiento) por consiguiente, al Conocimiento.
Quienes han explorado los potenciales anidados en la consciencia humana, mediante la meditación integral o los estados alterados de consciencia, revelan otras latitudes del conocimiento evolutivo. Es el principio de la mutación portentosa que fecunda el alba de la revolución noética. El principio de una era inédita.

http://mundogrinberg.blogspot.com


11 septiembre 2009

CAMBIO DE PARADIGMA



Reflexión de Marc Halévy sobre los cuatro pilares del paradigma de la modernidad y los tiempos que vienen. Marzo de 2008.


El paradigma de la modernidad se basa en cuatro pilares complementarios.


Económicamente: el mercantilismo.
Políticamente: el igualitarismo.
Intelectualmente: la mecánica.
Espiritualmente: el monoteísmo.


• El mercantilismo: economía de masa, materialista, industrial y especulativa, o
cosificación y mercantilización generalizadas.
• El igualitarismo: fundamentación utópica de la democracia que se niega a considerar las diferencias y cree en la inteligencia de las masas.
• La visión mecanicista: basada en la metodología cartesiana y la cosmología newtoniana, y articulada como un montaje de ladrillos de construcción.
• El monoteísmo: una forma de dualismo ontológico entre Dios como creador, único y bueno, externo al mundo, y un mundo material subordinado a los poderes del mal.

El paradigma que viene, se construirá sobre cuatro pilares.


Económicamente: el noetismo.
Políticamente: el comunitarismo.
Intelectualmente: el holismo.
Espiritualmente: el monismo.


• Noetismo: economía del conocimiento para el desempeño y la calidad ambiental de los humanos en una ética de frugalidad y sencillez.
• Comunitarismo: transformación del mundo humano en un macro-micro-mosaico de comunidades autónomas de pertenencia libre y nómade.
• Holismo: visión orgánica del mundo como un vasto cosmos de vida integrada, y evolutiva, donde todo está en todo y el todo se halla interconectado.
• El monismo: fe en la unidad absoluta e irreductible de lo real percibido como indferenciable en un espíritu de no-dualidad radical.


30 julio 2009

La revolución de la comida lenta



Miren Gutiérrez entrevista a PAOLO DI CROCE, de Slow Food International - IPS/IFEJ

“El día que decidamos comer alimentos frescos, cultivados cerca de nosotros, y menos carne, tendremos una revolución”, sostiene Paolo di Croce, secretario general de Slow Food International.

BELLAGIO, Italia, 27 jul (Tierramérica).- La idea de "slow food", comida lenta, está en las antípodas de aquella que postula la comida rápida o "fast food". Hoy, además, es el nombre de un movimiento de más de 100.000 personas en 132 países. Pero, ¿qué significa en la práctica? La pregunta fue formulada en una entrevista exclusiva al secretario general del movimiento Slow Food International, el italiano Paolo di Croce, promotor de una alimentación "buena, limpia y justa".

IPS/IFEJ: El movimiento Slow Food se presenta como defensor de la biodiversidad. Pero, ¿qué tienen que ver la buena cocina, la tradición y la cultura culinarias con los arrecifes de coral y los bosques tropicales?

PAOLO DI CROCE: Un asunto clave para una buena alimentación es la promoción de lo diverso. La globalización, la desaparición de especies y la estandarización de los mercados tienden a reducir la diversidad. Todas las manzanas que comemos pertenecen a apenas cuatro de las cientos de variedades de manzanas que existen. Preservar la variedad de los alimentos es fundamental para el ambiente, la historia y la cultura. Slow Food tiene muchos programas para luchar contra la extinción de especies. Por ejemplo, hay uno en la selva amazónica para proteger a la Bertholletia excelsa, una nuez que crece en árboles de 40 metros de altura en comunidades indígenas. Intentamos crear mercados para esa nuez, y así preservar su existencia. Además, la pérdida de biodiversidad nos afecta personalmente. Si continuamos comiendo atún al ritmo actual, en pocos años no habrá más atún. La comida está esencialmente unida a la diversidad agrícola. Los lobos y los osos polares no son nuestra prioridad, pero tenemos socios preocupados por ellos pues el fin último es preservar nuestra identidad cultural y nuestro ambiente, incluyendo la vida silvestre. De hecho, tenemos programas sobre música y vestimentas tradicionales, lenguas indígenas...

IPS/IFEJ: En la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, celebrada este mes en la ciudad italiana de L’Aquila, se habló de “movilizar 20.000 millones de dólares en tres años” para combatir la crisis alimentaria. Se dijo que ese dinero para la crisis podría usarse para promover la agricultura, a diferencia de la ayuda tradicional. ¿Cómo ve ese anuncio?

PDC: En L’Aquila debatieron sobre biodiversidad y comprometieron más dinero para la agricultura. Es positivo. No sólo los países del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), sino todos se dan cuenta del enorme riesgo de no hacer nada para resolver la crisis alimentaria. Pero hay que ver si esa inversión es buena, limpia y justa. Tenemos la oportunidad de influir en el uso de ese dinero. El sistema vigente fracasó. Basta con ver la cantidad de personas que padecen hambre, la crisis financiera, la crisis de la salud en los países ricos: obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares... La industria alimentaria creada por este sistema tiene que cambiar. Todos tenemos derecho a alimentos buenos, limpios y justos. También es erróneo responder a la crisis alimentaria con “dinero para la crisis”. Porque este problema es resultado de décadas. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y otras agencias señalan que cada vez más gente sufre hambre y desnutrición. Tenemos que cambiar el modelo responsable, no tapar los agujeros con dinero para la crisis.

IPS/IFEJ: En la cumbre, Oxfam Internacional presentó el informe “Evidencia que duele: El cambio climático, la gente y la pobreza”, que expone cómo los inestables ciclos de las estaciones complican la planificación de siembras y cosechas. Por tanto, millones de personas soportarán escasez de alimentos y deberán abandonar cultivos tradicionales, lo que posiblemente derive en migraciones masivas. ¿Qué piensa al respecto?
PDC: El cambio climático tiene un enorme impacto en la agricultura y en la gente. Poblaciones enteras tendrán que abandonar sus territorios. Con el aumento de las temperaturas en Suecia y Noruega, comunidades del pueblo sami se han desplazado siguiendo a los renos, que son su sustento. Los renos están abandonando su hábitat rumbo al norte, y los samis hacen lo mismo. Los cultivos tradicionales pueden ser una herramienta. En México tenemos un proyecto para promover el amaranto (Amaranthus spp.), cuyo cultivo se abandonó cuando llegaron los conquistadores españoles. Su valor nutricional es importante y puede crecer en áreas secas. Estamos intentando replantarlo como alternativa al maíz, que depende mucho del agua.

IPS/IFEJ: Slow Food afirma que podemos ser coproductores, no sólo consumidores, informándonos sobre cómo se elaboran los alimentos y apoyando a quienes lo hacen. Pero producir y consumir comida buena, limpia y justa es mucho más caro. Alguien ha dicho que con 99 centavos de dólar se puede comprar una hamburguesa con queso, pero no alcanza para un brócoli. Su movimiento ha sido calificado de elitista...
PDC: Hay que analizar dos temas. Uno es el porcentaje de nuestros ingresos que dedicamos a los alimentos. Una encuesta estadounidense muestra que en los años 70 las familias gastaban alrededor de seis por ciento de sus ingresos en atención a la salud y alrededor de siete por ciento en comida. Al hacer la misma encuesta hace poco, descubrieron que ahora las familias gastan 15 por ciento y 10 por ciento respectivamente. El gasto en alimentos no aumentó mucho, pero el de la salud creció más del doble. Probablemente hay una correlación. Hay que considerar todos los excesos de costos originados en una dieta deficiente, el dinero que la gente gasta en nutricionistas y médicos. Me parece que 10 por ciento de los ingresos de los hogares no es suficiente, si se lo compara con gastos como los teléfonos celulares. Lo otro es el precio real de los alimentos. Hay muchos costos externos asociados a la comida rápida. Además de la atención de salud, está el costo ambiental de la industria alimentaria, que pagamos con impuestos para reparar los daños que ella causa o para financiar subsidios, y que la próxima generación continuará pagando. Los alimentos baratos son posibles por los subsidios y siempre y cuando la sociedad pague la factura ambiental. En 2008, uno de los productos con ventas en aumento en Italia fue la ensalada prelavada. En comparación con la ensalada que usted elabora comprando las verduras en el mercado de su barrio, la prelavada es ocho veces más cara. Y es menos sustentable porque viene envasada en una bolsa plástica. Una porción de 100 gramos de papas fritas tipo "chip" cuesta nueve veces más que comprar las papas crudas y freírlas en aceite de oliva extra virgen. Y nadie puede decir que las papas fritas son elitistas. Finalmente, está el desperdicio. En Italia tiramos unos 22 kilogramos de comida por segundo. Si sumamos lo que gastamos sin darnos cuenta, los costos de salud y ambiente y lo que desperdiciamos, el costo es insostenible. En cambio, usted puede tener comida buena, limpia y justa sin pagar demasiado.

IPS/IFEJ: Convengamos que no es precisamente un mensaje masivo. ¿No se siente frustrado?
PDC: En los últimos cinco años he visto muchos cambios. Donde quiera que vaya, hay más interés. Y no me refiero al Banco Mundial, sino a gente común, esa que cambia el mundo, los "coproductores".
El día que decidamos comer alimentos frescos cultivados cerca de nosotros, y menos carne, con esas simples decisiones cotidianas tendremos una revolución. Pero tiene que hacerse masiva. Es fundamental trabajar con otras organizaciones, cualquiera que crea posible comer de otra manera. Y un día podremos cambiar el sistema.

18 junio 2009

La ciudad que terminó con el hambre



Hace más de 10 años, la cuarta ciudad más grande de Brasil, Belo Horizonte, declaró que la alimentación es un derecho de la ciudadanía y comenzó a trabajar para que la comida esté al alcance de todos. Uno de sus programas pone los productos agrícolas locales en las comidas escolares. Este y otros proyectos le cuestan a la ciudad menos del 2 por ciento de su presupuesto. Arriba, jugo de maracuyá fresca y ensalada como parte de un almuerzo escolar.
Foto por Leah Rimkus


Escribe Frances Moore Lappé

Photo of Frances Moore Lappe




Una ciudad de Brasil reclutó agricultores locales para ayudar a hacer algo que las ciudades de EE.UU. todavía tienen que hacer: acabar con el hambre.

“Buscar soluciones al hambre significa actuar bajo el principio de que el estatus de ciudadano supera a la de mero consumidor.”
CIUDAD DE BELO HORIZONTE, BRASIL


Al escribir Dieta Para un Planeta Pequeño, aprendí una simple verdad: la causa del hambre no es la escasez de alimentos, sino la escasez de democracia. Pero aquel entendimiento fue sólo el comienzo, luego tuve que preguntar: ¿Cómo sería una democracia que permita a los ciudadanos tener una voz real en la obtención de elementos esenciales para la vida? ¿Existe en alguna parte? ¿Es posible o es un sueño inalcanzable? Con el hambre en aumento aquí en los Estados Unidos (uno de cada diez de nosotros recurre a los cupones de alimentos) estas preguntas adquieren mayor urgencia.

Para empezar a concebir la posibilidad de una cultura de ciudadanos habilitados haciendo que la democracia funcione para ellos, las historias de la vida real ayudan—no modelos para adoptar por entero, pero sí ejemplos que reflejen las principales lecciones. Para mí, la historia de la cuarta ciudad más grande de Brasil, Belo Horizonte, es un rico tesoro de este tipo de lecciones. Belo, una ciudad de 2,5 millones de personas, tuvo alguna vez un 11 por ciento de su población viviendo en la pobreza absoluta, y casi el 20 por ciento de sus niños pasaban hambre. Luego, en 1993, una administración recién elegida declaró a la alimentación como un derecho de la ciudadanía. En efecto, los funcionarios dijeron: si eres demasiado pobre para comprar alimentos en el mercado—no por eso eres menos ciudadano. Todavía tengo que responder por ti.

El nuevo alcalde, Patrus Ananias—ahora líder de la lucha federal contra el hambre—comenzó creando una agencia municipal, que incluía un consejo ciudadano de 20 miembros: representantes sindicales, de negocios y de la iglesia, para asesorar en el diseño y aplicación de un nuevo sistema alimentario. La ciudad ya involucraba a ciudadanos comunes directamente en la asignación de los recursos municipales—el "presupuesto participativo" que comenzó en la década de 1970 y que desde entonces se ha propagado en todo el país. Durante los seis primeros años de la nueva política alimentaria de Belo de considerar a la alimentación como un derecho, tal vez en respuesta a los nuevos énfasis en la seguridad alimentaria, el número de ciudadanos involucrados en el proceso presupuestario participativo se duplicó a más de 31.000.



La ciudad de Belo Horizonte coloca puestos de productos de granja (denominados “Directo desde el campo”) en las áreas más frecuentadas del centro. Foto por Leah Rimkus

La agencia municipal desarrolló docenas de innovaciones para asegurar a todos su derecho a alimentarse, especialmente al reunir los intereses de granjeros y consumidores. Ofreció a las familias de granjeros locales docenas de lugares selectos del espacio público en el cual venderle a los consumidores urbanos, redistribuyendo esencialmente los márgenes de ganancia desde los minoristas—que a menudo alcanzaban el 100 por ciento—hacia consumidores y granjeros. Las ganancias de los granjeros crecieron, al no haber ningún proveedor mayorista llevándose una tajada. Y la gente pobre logró acceso a alimentos sanos y frescos.

Cuando mi hija Anna y yo visitamos Belo Horizonte para escribir Al filo de la esperanza nos acercamos a uno de estos puestos. Una granjera con un alegre delantal verde, estampado con la frase “Directo desde el campo”, nos sonrió mientras nos contaba, “ahora soy capaz de mantener a mis tres hijos con apenas hectárea y media. Desde que tengo este contrato con la ciudad, he sido capaz de comprarme un camión.”

Las mejores perspectivas de estos granjeros de Belo fueron notables considerando que mientras estos programas se hallaban en vías de ejecución, los granjeros del país en su conjunto vieron reducirse sus ingresos en casi la mitad.

Además de los puestos dirigidos por granjeros, la ciudad hace que se encuentre disponible buena comida al ofrecer a emprendedores la oportunidad de licitar el derecho de utilizar parcelas municipales muy transitadas para establecer mercados “ABC” (del acrónimo portugués para “comida a bajos precios”). Hoy en día hay 34 de estos mercados en donde la ciudad determina un precio fijo—de alrededor de dos terceras partes del precio de mercado—para cerca de veinte artículos saludables, la mayoría provistos por granjas de la misma provincia y seleccionados por los dueños de la tienda. Cualquier otro artículo pueden venderlo al precio de mercado.


Los mercados de productos a granel ABC almacenan los artículos que la ciudad determina que deben ser vendidos a un precio fijo, cerca de 26 centavos por kilo. Foto por Leah Rimkus

“Para los vendedores de los mercados ABC con los mejores sitios, hay otra obligación ligada al permiso de utilización del terreno municipal,” nos explicó Adriana Aranha, que trabajó para esta agencia municipal. “Cada fin de semana tienen que manejar camiones repletos de productos hasta los barrios pobres fuera del centro de la ciudad, para que todo el mundo pueda conseguir buenos productos”.

Otro resultado del paradigma “comida como un derecho” son tres Restaurantes Populares, grandes y aireados, más algunos locales más pequeños, que sirven diariamente a 12.000 personas o más, usando en su mayor parte comida cultivada localmente, por el equivalente a menos de 50 centavos por comida. Cuando Anna y yo comimos en uno, vimos a cientos de comensales—abuelos y recién nacidos, jóvenes parejas, grupos de hombres, madres con niños pequeños. Algunos vestían ropas de calle, otros en uniforme, otros en trajes de negocios.

“He estado viniendo aquí cada día por cinco años y he ganado seis kilos,” nos contó un enérgico anciano vestido con unos kakis desteñidos.

“Es tonto pagar más en otro lado por comida de menor calidad,” nos dijo un joven de apariencia atlética que llevaba uniforme de policía militar. “He estado comiendo aquí cada día por dos años. Es una buena forma de ahorrar dinero para comprarme una casa y así poder casarme,” dijo con una sonrisa.


La cola de espera para uno de los tres “Restaurantes Populares” media hora antes de abrir. Las comidas cuestan cerca de 50 centavos; los comensales provienen de todos los grupos económicos. Foto por Leah Rimkus

Nadie necesita probar que es pobre para comer en un Restaurante Popular, aunque cerca del 85 por ciento lo es. La variada clientela elimina el estigma y permite la “comida con dignidad,” dicen sus colaboradores.

Las iniciativas de seguridad alimentaria de Belo también incluyen extensas huertas comunitarias y escolares, como también clases de nutrición. Además, el dinero del gobierno federal asignado a los almuerzos escolares, que alguna vez se gastaba en comida corporativa procesada, ahora compra alimentos integrales de productores locales en su mayor parte.

“Estamos luchando contra el concepto de que el estado es un administrador terrible e incompetente,” explicó Adriana. “Estamos demostrando que el estado no tiene por qué proveer nada, sino que puede facilitar. Puede generar canales para que la gente pueda encontrar sus propias soluciones”.

Por ejemplo, la ciudad, en sociedad con una universidad local, está trabajando para “mantener honesto al mercado simplemente proveyendo información,” nos contó Adriana. Ellos inspeccionan el precio de 45 alimentos básicos y artículos de hogar en docenas de supermercados, y luego publican los resultados en paradas de autobuses, en Internet, por radio y televisión, y en los periódicos, para que la gente sepa dónde están los mejores precios.

El nuevo enfoque en la alimentación como un derecho también llevó a los luchadores contra el hambre de Belo a buscar soluciones innovadoras. En uno de estos experimentos exitosos, se utilizaron cáscaras de huevos, hojas de yuca, y otros materiales normalmente desechados para crear una harina especial utilizada en el pan diario de los niños de las escuelas. Este alimento enriquecido también se utiliza en las guarderías infantiles, para que los niños reciban tres comidas al día, cortesía de la ciudad.


“Sabía que había mucha hambre en el mundo. Pero lo que es tan perturbador, lo que no sabía cuando empecé esto, es que es tan fácil. Es tan fácil terminar con el hambre.”

¿El resultado de ésta y otras innovaciones relacionadas?

En tan solo una década Belo Horizonte disminuyó su tasa de muerte infantil—utilizada ampliamente como evidencia del hambre—en más de la mitad, y hoy en día estas iniciativas benefician a casi el 40 por ciento de la población de la ciudad, de 2,5 millones de habitantes. En un semestre de 1999 se disminuyó la malnutrición infantil de un grupo de muestra en un 50 por ciento. Y entre 1993 y 2002 Belo Horizonte fue la única localidad en la cual aumentó el consumo de frutas y vegetales.

¿Los costos de estos esfuerzos?

Cerca de 10 millones anuales, o menos del 2 por ciento del presupuesto de la ciudad. Esto es aproximadamente un centavo diario por cada residente de Belo.

Más allá de este cambio dramático que salva vidas, se encuentra lo que Adriana denomina una “nueva mentalidad social”—la comprensión de que “todos en nuestra ciudad se benefician si todos tenemos acceso a buena comida, así que—como la salud y la educación—la comida de calidad para todos es un bien público”.

La experiencia de Belo demuestra que el derecho a la comida no necesariamente significa más donaciones públicas (aunque por supuesto que así es en las emergencias). Puede significar redefinir la palabra “libre” de “libre mercado” como la libertad de todos para participar. Puede significar, como en Belo, construir coaliciones entre el gobierno y los ciudadanos, que estén dirigidas por valores de inclusión y respeto mutuo.

Y al imaginar a la comida como un derecho del ciudadano, por favor toma nota: ¡no se requiere ningún cambio en la naturaleza humana! Durante la mayor parte de la evolución humana—a excepción de los últimos miles de un periodo de casi 200.000 años—el Homo Sapiens vivió en sociedades donde compartir la comida era la norma. Michael Gurven, una autoridad en sociedades cazadoras-recolectoras, escribe que los humanos somos únicos al compartir la comida, “especialmente entre individuos no emparentados”. A excepción de épocas de privación extrema, cuando sólo algunos comen, todos comen.

Antes de abandonar Belo, Anna y yo tuvimos tiempo para reflexionar un poco con Adriana. Nos preguntamos si ella se había dado cuenta que su ciudad podría ser una de las pocas en el mundo que siguieran este enfoque—la alimentación como un derecho básico por pertenecer a la familia humana. Así que pregunté, “cuando comenzaste, ¿te diste cuenta la importancia de lo que estabas haciendo? ¿La diferencia que podría provocar? ¿Lo poco común que es en el mundo entero?”

Al escuchar su larga respuesta en portugués, incomprensible para mí, traté de ser paciente. Cuando sus ojos se humedecieron, le di un codazo a mi intérprete. Yo quería saber qué la había conmovido.

“Sabía que había mucha hambre en el mundo”, dijo Adriana. “Pero lo que es tan perturbador, lo que no sabía cuando empecé esto, es que es tan fácil. Es tan fácil terminar con el hambre.”

Las palabras de Adriana se quedaron conmigo. Así lo harán para siempre. Tal vez contengan la lección más importante de Belo: que es tan fácil terminar con el hambre si estamos dispuestos a liberarnos de los marcos limitantes y de ver con nuevos ojos—si confiamos en los sentimientos solidarios que forman parte de todos nosotros, y actuamos no como meros votantes o manifestantes, a favor o en contra del gobierno, sino como socios que resuelven problemas junto a un gobierno que responde ante nosotros.


Frances Moore Lappé escribió este artículo como parte de Alimentos Para Todos, la edición de Primavera de 2009 de YES! Magazine. Frances es autora de muchos libros incluyendo Dieta para un planeta pequeño y Comprende, co-fundadora de Food First y el Small Planet Institute, y colaboradora de YES!

La autora da las gracias a Dr. M. Jahi Chappell por sus contribuiciones a éste artículo.






04 marzo 2009

El papel actual y potencial de los medios de comunicación en la gestión del riesgo


Este número del Son de Tambora hace parte de nuestra serie especial de análisis. En esta ocasión, Gustavo Wilches-Chaux ha respondido a la invitación abierta que La Iniciativa de Comunicación formula a su red, a escribir análisis críticos alrededor de la comunicación. Wilches-Chaux, escritor colombiano, especialista en gestión del riesgo, consultor internacional del Proyecto PREDECAN, en fragmentos del capítulo sobre Comunicación e Información del libro que actualmente escribe, reflexiona sobre las contribuciones, positivas y negativas de los medios, a la construcción de una relación más segura y más sostenible entre las comunidades humanas y el territorio del cual forman parte, a la sostenibilidad y a la seguridad territorial.

***

EL PAPEL ACTUAL Y POTENCIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA GESTIÓN DEL RIESGO

Sin pretender, ni mucho menos, indicarles a los medios de comunicación cómo deben realizar su trabajo, nos atrevemos a proponer algunas reflexiones sobre los aspectos positivos del papel que actualmente cumplen esos medios en el propósito de construir una relación más segura y más sostenible entre las comunidades humanas y el territorio del cual forman parte, así como también sobre las que consideramos sus carencias.

Esperamos, sobre todo, llamar la atención sobre las posibilidades que pensamos que los medios no aprovechan completamente, para contribuir al mencionado propósito de construir sostenibilidad y seguridad territorial. Para estos efectos, entenderemos por sostenible al tipo de relación en la cual ni la dinámica de la naturaleza constituye una amenaza contra las comunidades, ni la dinámica de éstas constituye una amenaza contra los ecosistemas. Y por seguridad territorial entenderemos el conjunto de factores y de interacciones, de los cuales depende que un territorio esté en capacidad de ofrecerles seguridad integral a sus habitantes. Como ejemplos de esos factores podemos identificar una serie de seguridades parciales, tales como la seguridad alimentaria, la seguridad ambiental, la social, la económica y la jurídica e institucional.

En cuanto a los aspectos positivos del cubrimiento que hacen los medios sobre temas relacionados con desastres, resaltamos los que consideramos más importantes:

* A través de las noticias sobre desastres, contribuyen a situar el tema en las mentes (que no siempre en las agendas) de las comunidades y sus líderes.
* Presentan distintos puntos de vista sobre esos desastres, y no exclusivamente los comunicados oficiales.
* A través del periodismo investigativo, realizan y llevan al público, análisis de situaciones relacionadas con desastres. En algunos casos logran que esos temas entren en las agendas de los gobernantes.
* En situaciones de emergencia (o de pre o post emergencia) facilitan que la información procedente de las autoridades o de instituciones científicas, llegue al público que las necesita.
* Recogen y transmiten peticiones y reclamos de las comunidades afectadas por desastres, y facilitan que éstas lleguen a las autoridades y a un público ámplio.
* Contribuyen a la reunificación de familias y comunidades que han quedado dispersas como consecuencia de una emergencia o desastre.
* En general, la diversidad de los medios de comunicación, la incursión de los medios impresos en internet, los desarrollos tecnológicos que permiten llevarle al público los acontecimeintos del mundo en tiempo real, abren un universo de posibilidades para que los medios asuman de manera más activa su papel en la gestión del riesgo.

En cuanto a los aspectos negativos, mencionamos los siguientes:

* Muchas veces las noticias se limitan a presentar los hechos más dramáticos y más evidentes (los más "noticiosos"), pero sin penetrar en el análisis de las causas y los procesos que han conducido a la aparición del desastre.
* A partir de las noticias que ocurren en alguna parte del mundo, casi nunca se generan reflexiones o debates para que las comunidades locales se pregunten en qué medida eso mismo pudiera ocurrir en cada una de ellas, cuál es su vulnerabilidad y cuál es su nivel de preparación social e institucional para enfrentar los efectos de amenazas similares.
* La manera como se suelen presentar las noticias contribuye a consolidar una serie de estereotipos existentes sobre los desastres y quienes los padecen. La falta de análisis sobre procesos y causas, refuerza la idea de que los desastres son sucesos súbitos o inesperados, que dependen de "la furia de la naturaleza" o de "la voluntad de Dios", pero no ayuda a entender que los riesgos y los desastres son construcciones sociales derivadas de la manera como nos relacionamos con nuestro territorio. Así mismo, "las víctimas" de los desastres se presentan como seres desvalidos, que como resultado de la crisis que padecen, supuestamente han perdido hasta la capacidad de pensar y decidir, debido a lo cual dependen de que "la solidaridad" desde el exterior se haga cargo totalmente de su recuperación.
* No existe un seguimiento a las noticias que permita conocer la evolución de los hechos dramáticos que han aparecido en los medios, lo cual impide derivar, a partir de esos hechos, lecciones que otras comunidades –o las mismas- puedan aprovechar para manejar de manera más adecuada los riesgos que las afectan y evitar que éstos se conviertan en nuevos desastres.
* No existe un compromiso claro por parte de los medios y de sus trabajadores, en el sentido de que la información que entregan al público, y la manera como la entregan, debe tener como prioridad fortalecer la autonomía de las comunidades afectadas y su capacidad para retomar lo más pronto posible el protagonismo de la situación y las riendas de su propio destino.

Mahatma Ghandi escribía en una "Carta a un Amigo":

Te voy a dar un talismán.
Siempre que te asalten dudas o cuando el Yo te resulte demasiado pesado, adopta el método siguiente:
Trata de recordar el rostro del hombre más pobre y desvalido que hayas conocido y pregúntate si lo que vas a hacer le puede resultar útil a ese individuo.
¿Podrá sacar de eso algún provecho?
¿Le devolverá cierto control sobre su vida y su destino?
En otras palabras ¿lo que vas a hacer contribuirá al Swaraj o autonomía de los millones de compatriotas que mueren de hambre material y espiritual?
Encontrarás así que tus dudas y tu Yo se disipan.

Las palabras de Gandhi, trasladadas sin modificaciones al campo de la comunicación y la información pública, equivale a que nos preguntemos si el trabajo que realizamos -si la información que pasa a través nuestro y la manera como la transmitimos- contribuye a que las comunidades sometidas a una amenaza de cualquier tipo y origen (natural, socionatural o antrópico) o que las comunidades que ya han sido afectadas por un desastre, ganen mayor control sobre sus vidas y su destino, o si, por el contrario, refuerza la condición de "víctimas impotentes" que se les suele atribuir desde afuera; estereotipo que, además, rige la manera como muchos actores externos se relacionan con esas comunidades y que, en gran medida en virtud de los medios de comunicación, las mismas comunidades acaban por "comprar" y adoptar. En un mundo mediático como el actual, los seres humanos caemos con frecuencia en la trampa de convertirnos en lo que los medios dicen de nosotros, aunque en un principio hayamos sido concientes de las discrepancias entre la imagen impuesta, nuestra visión de nosotros mismos y nuestra realidad.

***

La versión original del texto siguiente fue escrita por Wilches-Chaux en 2005, pero la recuperamos y adaptamos para este Son de Tambora, por considerar que las reflexiones que allí se exponen conservan su vigencia.

CNN Y EL CUBRIMIENTO DE KATRINA

"Brújula, bastón y lámpara para trasegar los caminos de la Educación Ambiental"
Gustavo Wilches-Chaux
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia (Bogotá, 2007)

Veamos un ejemplo del papel y las posibilidades de los medios frente a la educación. Se trata de la manera como la cadena CNN en sus versiones en inglés y en castellano, cubrió el paso del huracán Katrina por los estados de Louisiana, Mississippi y Alabama, al sur de los Estados Unidos, a finales de Agosto y principios de Septiembre del año 2005. En este caso el objetivo no era generar "materiales" para apoyar a la escuela formal (que es un papel que están asumiendo algunos medios escritos en los últimos años), sino meramente informar.

La manera como día tras día esa cadena fue cubriendo la noticia (especialmente después de la primera semana), le permitió a la audiencia internacional algo que no ha sido común en desastres anteriores: entender las causas de tipo ecológico, económico, político y social que determinaron que un fenómeno de la naturaleza –como un huracán- se convirtiera en desastre. Y comprender los procesos (y los responsables) que subyacen tras esas mismas causas.

La información que llegó al público a través de las noticias "escuetas", pero también de espacios especializados de la misma cadena, permitieron entender a cabalidad de qué manera el deterioro ecológico a que ha estado sometida esa región durante los últimos 100 años, generó las condiciones para que se produjera el desastre, al igual que los problemas subyacentes de conflicto económico, social y racial, las condiciones de ingobernabilidad y la incomunicación entre el gobierno local, el gobierno estatal y el gobierno federal, que contribuyeron a agravar la situación. Es decir, se evidenció que el desastre era, en el fondo, el resultado de la incomunicación entre las dinámicas de los ecosistemas afectados, y la dinámica de un proceso de desarrollo que pareció dejar de lado la certeza de que ese territorio debía se compartido con los huracanes, y por lo tanto había que adecuarse a sus dinámicas. Y así mismo, se evidenció también que, por ejemplo, no existían suficientes canales de comunicación entre los científicos y los técnicos encargados de pronosticar y monitorear los huracanes, y los tomadores de decisiones sobre el desarrollo. Ni entre los primeros y las comunidades que deberían haber sido capaces de reclamar el derecho a estar bien informados y a habitar un territorio seguro frente a las dinámicas hidrometeorológicas.

Es decir, fueron varias decenas de horas de la más clara y efectiva educación ambiental.

Normalmente la manera como los medios de comunicación les presentan los desastres a la opinión pública y a los mismos afectados, refuerzan estereotipos y generan actitudes que en lugar de fortalecer su autonomía y su capacidad de decisión, producen mayor dependencia y mayor confusión.

En el ejemplo que comentamos, la cadena CNN avanzó muy positivamente en términos de superar el amarillismo que normalmente caracteriza a la información sobre este tipo de hechos (incluso en esa misma cadena), y penetró de manera muy interesante en el análisis. Y cuando no, entregó elementos de juicio para realizar ese análisis, lo cual, por ejemplo, no sucedió con el cubrimiento que hizo CNN del desastre que afectó luego a Pakistán y a la India, o del que en esa misma temporada de huracanes afectó a Centroamérica y México. En esos casos volvieron a utilizarse los "guiones prefabricados" para informar sobre cualquier desastre, sin importar sus particularidades.

El periodista Anderson Cooper, corresponsal "estrella" de CNN, relata en su libro "Dispatches from the Edge", que cuando se encontraba en Sri Lanka cubriendo los efectos del tsunami de diciembre de 2004, recibió una llamada de un productor desde Nueva York para pedirle que realizara un reportaje sobre los niños raptados. "¿Qué niños raptados?", le preguntó Cooper. "Dicen que hay una cantidad enorme de huérfanos de la tormenta que están siendo raptados y vendidos como esclavos sexuales", insistió el productor. "¿Quiénes dicen?", preguntó Cooper de nuevo. "Todo el mundo", contestó el productor desde Nueva York. "Se habla de eso en todas partes".

El "guión preestablecido" determina que en todos los desastres debe haber niños raptados, víctimas impotentes que dependen de actores externos no solamente para sobrevivir sino también para pensar y decidir, funcionarios locales ineptos y corruptos, desaparición súbita del tejido social de la comunidad afectada. Y por supuesto aviones Hércules cargando y llevando ayudas materiales y equipos de socorro de los paises que se autodenominan "desarrollados".

Pero nada que permita entender las causas económicas, políticas y sociales del desastre, ni las rupturas de la comunicación entre ecosistemas y comunidades, que impidieron que las segundas pudieran convivir sin traumatismos con las dinámicas de la naturaleza. El típico ejemplo de la maleducación ambiental en que suelen incurrir los medios de comunicación.

A partir de las anteriores reflexiones, analicemos el cubrimiento noticioso que se les ha dado a los últimos desastres que han afectado a diversas regiones del mundo, en particular de América Latina, para preguntarnos:

¿Nos han ayudado los medios de comunicación electrónicos e impresos, a entender los procesos que a lo largo de varias generaciones han creado las condiciones para que ocurran desastres?

¿Han contribuido las instituciones científicas y las autoridades correspondientes, a que los medios de comunicación pueden entender y ayudar a interpretar esos procesos?

La respuesta rotunda a ambas preguntas es NO. Si miramos la manera como –con algunas notables excepciones- los medios informan sobre los desastres, encontramos que, por lo general, se limitan a los aspectos más dramáticos y más puntuales de las emergencias, a través de las cuales se visibilizan los procesos subyacentes, pero que apenas constituyen la punta del iceberg: el sufrimiento de los afectados, los socorristas embarrados, los bomberos sin aire, las expresiones coyunturales de la actividad institucional, etc.

Pero nada o muy poco sobre las causas que día a día, van construyendo los riesgos que se convierten en desastres. Nada sobre el desordenamiento territorial de las actividades humanas, que obliga a la naturaleza a protestar. Nada que permita entender de qué manera remotas o recientes políticas económicas han contribuido a que el territorio pierda la capacidad de ofrecerles a sus habitantes la necesaria seguridad.

En consecuencia, nada que nos permita a los habitantes del país comprender de qué manera, por acción u omisión, contribuimos a generar los desastres o, por el contrario, cómo podríamos participar en la construcción de una mayor sostenibilidad y seguridad territorial.

Es decir, los medios de comunicación y las instituciones científicas están desperdiciando de manera lamentable la posibilidad de llevar a cabo una educación ambiental eficaz, dirigida al conjunto de la sociedad.

Gustavo Wilches-Chaux.
wilcheschaux@etb.net.co

16 febrero 2009

La cumbre de las 'ecociudades'



CARLOS FRESNEDA desde San Francisco

26 de abril de 2008.- Todos los días son el Día de la Tierra, sobre todo para quienes vivimos en las grandes ciudades, que somos ya más de la mitad de los humanos. Atrás quedan los pequeños gestos; por delante tenemos el gran reto de ajustar nuestras vidas al reto cambio climático. Hogar a hogar, calle a calle, barrio a barrio. Porque está claro que la ciudad en la que crecimos ya no nos vale. Hay que ganarle terreno al coche, volar en bicicleta, humanizar las calles. Hay que plantar en los tejados, abonarse al sol y al viento, construir edificios que respiren. Hay que soñar y diseñar las ecociudades.

Expertos de más de 70 países se han dado cita esta semana en San Francisco en la
cumbre EcoCity 2008, con la misión de explorar el arte de lo posible en el paisaje urbano. "La ciudad no es el problema, la ciudad es la solución", proclamó en la apertura el ex alcalde de Curitiba Jaime Lerner. "Tenemos que reinventar el modo en que vivimos, pero tenemos que hacerlo rápido. El cambio climático está ocurriendo, y nosotros somos en gran parte culpables".
Lerner, padre de la acupuntura urbana, es también el protagonista de 'A convenient truth', la película de Maria Terezinha Vaz que es el antídoto optimista a la verdad incómoda de Al Gore. Curitiba es el escenario real de ese "sueño colectivo" en el que las ovejas cortan el césped en los parques, los estanques previenen las inundaciones, los niños participan activamente en el reciclaje y los autobuses paran puntualmente cada quince segundos.

Más de ochenta ciudades en todo el mundo se han inspirado en Curitiba, la ecociudad por excelencia, y San Francisco es una de ellas. Aquí nació en 1992 el movimiento de la masa crítica, con
miles de bicicletas surcando por derecho propio las calles y cuestas de la ciudad. El viernes tuvimos ocasión de pedalear con los pioneros de la dos ruedas y experimentar por el mítico Embarcadero la sensación de libertad.
La
Naturaleza en la Ciudad es otra de las iniciativas punteras de la bahía, donde el Golden Gate tiende a lo lejos un puente imaginario entre la mancha humana y la naturaleza indómita que reclama su espacio. Los eco-rascacielos de Ken Yeang ilustraron hasta qué punto la jungla de asfalto puede convertirse en el bosque urbano.

Del concepto de ecodensidad habló Brent Toderian, director de planeamiento de la idílica Vancouver: "No nos conformamos con ser ya la ciudad más vivible de Norteamérica. Queremos reducir al máximo nuestra huella ecológica, lograr que la gente viva lo más cerca posible del trabajo, dar prioridad absoluta a los paseantes y a los ciclistas sobre los automovilistas".

Las
Ciudades sin Coches y la Ciudad de las Bicicletas son dos visiones hasta hace poco utópicas pero cada vez más cercanas. En la ecoaldea de Ithaca ése sueño ha echado ya raíces, con 160 vecinos viviendo en diálogo permanente con la naturaleza, comiendo de las dos huertas orgánicas y reinterpretando el arte de vivir en comunidad. En el desierto de Arizona, el visionario Paolo Soleri ve crecer a sus 88 años el futuro de Arcosanti.

"Necesitamos una visión, tenemos que imaginar el modo en que queremos vivir", concluyó Ernest Callenbach, el emblemático autor de Ecotopía. "Lo que parecía imposible hace treinta años está ahí, al alcance de nuestras manos. Las ciudades son los hábitats humanos por excelencia. Vamos a mejorarlas entre todos".


Modelos para el Nuevo Milenio / Helena Norberg-Hodge





Helena Norberg-Hodge es directora de la Sociedad Internacional de Ecología y Cultura y codirectora del Foro Internacional sobre Globalización

Los estilos de vida sostenibles en el Norte proporcionan ejemplos "convincentes" para el Sur

Está ampliamente aceptado que para el año 2015, el 90% de la población mundial vivirá en ciudades. Si esta tendencia se mantiene inamovible, el proceso de urbanización en el que está inmerso el Sur se convertirá en el mayor desastre medioambiental y social de este siglo. A pesar de este hecho, el desplazamiento de la población mundial hacia las ciudades no sólo se asume como inevitable, incluso evolutivo para algunos, sino que es promovido activamente, y en ocasiones subvencionado, por tratados impulsados por la globalización económica, como el GATT, NAFTA y Maastricht. Basada en un estrecho y anticuado paradigma económico, que asume el libre comercio como universalmente beneficioso, la economía global ejerce una presión estructural y psicológica sobre el Sur, que promueve el desplazamiento desde el campo hasta macrociudades altamente centralizadas y con un uso intensivo de recursos.

Se ha llegado a decir que el vivir en ciudades suponer utilizar menos recursos, la posibilidad de ganar más dinero y de alcanzar una mejor calidad de vida. Esto es sencillamente falso. Actualmente, la mayoría de la población mundial, principalmente en el Sur, permanece todavía en el campo, pero con gran rapidez está siendo expulsada desde las economías en las cuales todavía tienen acceso a recursos locales, hacia zonas urbanas sin apenas conexión con el entorno natural, en las que aumenta la dependencia de las importaciones y en las que el tejido social se resquebraja.

El movimiento de ecoaldeas proporciona soluciones prácticas y realistas a estos problemas. Creando estilos de vida realmente sostenibles en el Norte, se dan ejemplos convincentes para el Sur. Los os que proporciona este movimiento son diversos, y van más allá de una simple reducción en el uso de recursos naturales: presenta una visión de desarrollo totalmente novedosa, con un planteamiento diferente de la actividad económica, del uso de la energía, de las estructuras y de los valores sociales. Plantea, de hecho, un modo de vida completamente distinto. El movimiento está extendido por todo el planeta y necesita tan sólo de una ayuda financiera relativamente modesta para convertirse en un instrumento efectivo para invertir la crisis causada por los miles de millones de personas que, en el Sur, están siendo forzadas a imitar una cultura consumista no sostenible. Para comprender mejor el significado de las ecoaldeas, las posibilidades que ofrecen, es preciso examinar primero cuáles son las actuales tendencias económicas y el decidido impulso, que ha tomado en relación con dichas tendencias, el proceso de urbanización.

Degradación del entorno en el Sur

Las macrociudades, que florecen actualmente en todas partes, son cualitativamente distintas de lo que conocemos del pasado como ciudades. Están siendo creadas a un ritmo vertiginoso, y con un uso muy intensivo de los recursos. Requieren de vastos sistemas centralizados que son, sin excepción, mucho más dañinos para el medioambiente que las antiguas ciudades o comunidades rurales. Alimentos y agua, materiales de construcción y energía han de ser transportados a grandes distancias, haciendo uso de infraestructuras de gran consumo energético; sus residuos han de ser de nuevo desplazados lejos, en camiones y en grandes barcos, o incinerados, con gran coste para el medioambiente. En sus idénticas torres de cristal y acero, con ventanas que nunca se abren, incluso el aire que respiran ha de ser suministrado por medio de ventiladores, tuberías y energías no renovables. Desde las zonas más acaudaladas de París hasta los suburbios de Calcuta, la población urbana depende del transporte, de la refrigeración y del empaquetado de los alimentos que consumen. Cada libra de alimento consumido es inseparable de un alto consumo de petróleo. En la actualidad, el 50% de todas las emisiones de CO2 proceden del transporte. Si no se tiene en cuenta este hecho, cualquier tentativa encaminada a evitar el cambio climático carece de sentido.

Se piensa a menudo que el proceso de urbanización es necesario debido al gran número de personas que pueblan la Tierra actualmente. Se asume implícitamente que la centralización es, de algún modo, más eficiente, que la población urbana usa menos recursos. Cuando profundizamos en los costes reales de la urbanización en la economía rural, podemos observar cuán lejos de la verdad nos hallamos. Precisamente porque hay demasiadas personas, un o económico como el actual, globalizado, pero que sólo puede alimentar, dar vivienda y ropa a una pequeña minoría de personas, debe ser abandonado. Se hace cada vez más necesario apoyar sistemas de conocimiento y os económicos que estén basados en una comprensión íntima de cada región particular, de su clima y de sus tierras, de su suelo y de sus recursos propios.

La idea de que es posible para el Sur imitar el o occidental de urbanización no es en ningún modo realista. La industrialización del Norte fue lograda abusando, no sólo de sus propios recursos, sino también de muchos de los del Sur. Todavía hoy, una gran parte de los recursos del "tercer mundo" están destinados a mantener la maquinaria de crecimiento del Norte. El Sur no tiene colonias, ni explotación laboral, ni fuentes de materias primas baratas que permitan acceder al nivel de super consumo que el Norte ha establecido como normal para las naciones desarrolladas. Al perseguir una meta inalcanzable, los países del Sur están dirigiendo sus economías hacia un mayor endeudamiento, explotando los recursos a un nivel insostenible, empobreciendo a sus ciudadanos y abandonando su herencia cultural.

A pesar de la absoluta imposibilidad de que el Sur pueda alcanzar un estilo de vida de alto consumo, se piensa a menudo que dejar al Sur fuera del proceso de urbanización es como si se le dejara en una situación de atraso. Cuando, en realidad, es el estilo de vida del Norte el que es insostenible, el que roba al Sur y por tanto el que "mantiene a la gente atrasada". En lugar de que el Sur imite nuestras prácticas, hemos de ser nosotros los que hemos de aprender del Sur.

Desastre social

Las devastadoras consecuencias del proceso de urbanización no son sólo medioambientales, sino también sociales. La urbanización crea una escasez artificial de puestos de trabajo: de cada 1000 personas que se trasladan a la ciudad en busca de trabajo, normalmente sólo 100 tienen éxito. La competencia cada vez mayor tensa las relaciones sociales, al aumentar la distancia entre los pobres y los ricos. Los suburbios y barrios de chabolas proliferan y la autoestima de la gente cae en picado. En lugar de dirigir sus quejas contra la perversión del sistema económico, se echan la culpa unos a otros. El fundamentalismo, la xenofobia y el o aumentan en todo el mundo como consecuencia directa de estas políticas económicas urbanicistas.

La economía global mina las relaciones y las comunidades también de otras maneras. La economía competitiva obliga a la gente que tiene trabajo a trabajar más horas, reduciendo así el tiempo normalmente dedicado a las relaciones sociales. Además, instituciones y estructuras centralizadas, organizadas a gran escala, reemplazan las formas naturales de relación humana, acabando completamente con ellas. Ya no puede la gente contar de manera espontánea con los demás para apoyarse mutuamente en lo cotidiano. La falta de relación conduce a un menor entendimiento social, con el consiguiente aumento de las tensiones y de una mayor corrupción.

Modelos para el nuevo milenio

A la vista de estas consideraciones, parece claro que el movimiento de ecoaldeas podría jugar un papel esencial para prevenir el desastre ecológico y social. Como alternativa al proceso de urbanización y a la economía globalizada, presenta os que permiten llevar una vida más próxima a la tierra y en una comunidad abierta. En realidad, es el deseo de un creciente número de personas de vivir de una manera social y espiritualmente reconfortante, al mismo tiempo que económicamente sostenible, lo que nos ha de proporcionar los os que necesitamos para el próximo milenio.

No carece de importancia que el movimiento de ecoaldeas haya Surgido en el Norte. Primero, porque es en el Norte donde el consumo es 10 veces mayor que en el Sur. Es el estilo de vida del Norte el que es insostenible, no el del Sur. Y en segundo lugar, porque el hecho de que una forma de vida comunitaria, rural y sostenible represente lo más progresista y avanzado del conjunto de ideas que se dan en el Norte, revela también nuestro deseo de elegir una forma de vida diferente. Sin una acción de este tipo por nuestra parte, nosotros no estaríamos capacitados para dar consejos al Sur. No podemos decir al Sur que no se mueva hacia las ciudades, si nosotros no estamos dispuestos a volver al campo y reestructurar significativamente las ciudades existentes.

Además, en este momento los mensajes y las imágenes más poderosas que se reciben en el Sur, son las de los medios de comunicación y de la publicidad. Todos ellos muestran un medio de vida urbano como único o moderno de civilización y progreso. Esta presión psicológica, que hace que la gente se siente atrasada, casi como reliquias prehistóricas, juega un papel muy importante en la promoción de una cultura urbana y consumista. En una continua lucha contra la severidad económica y contra otros muchos factores, la gente se esfuerza en ser más urbana, en vestir ropas occidentales y conducir coches rápidos. Todos los jóvenes del mundo quieren comprar mercancías importadas, con os estereotipados, representando a menudo tipos rubios y con ojos azules, como los que se promocionan en los medios de comunicación y publicitarios. En todas partes aumentan los signos de rechazo de la identidad propia, que se manifiesta en cosas como querer cambiar el color del pelo o de la piel. En China, las mujeres se operan incluso los ojos para parecer más occidentales.
El movimiento de ecoaldeas puede ayudar a la gente a mantener su autoestima sin abandonar sus formas de vida comunitaria y local, ni sus patrones económicos. De hecho, cuando conocen los aspectos positivos de sus propios os, y no sólo las imágenes distorsionadas que muestran la vida rural como un atraso y la vida urbana como lo más atractivo, muchos habitantes del Sur prefieren mantener sus comunidades tradicionales.

Campaña de información

Por ello, una amplia campaña publicitaria para promover las ecoaldeas es absolutamente necesaria. Puesto que el Sur es ardeado incesantemente con mensajes urbanicistas, necesitamos un programa educativo para corregir estas imágenes parciales e incorrectas. El primer objetivo en esta línea, sería proporcionar a la gente los medios necesarios, que les permitieran elegir informadamente sobre su futuro. Sin desdeñar ninguna forma de comunicación, desde la televisión por satélite hasta los cuentacuentos, hemos de hacer ver al mayor público posible que las tendencias actuales del capital, y del uso intensivo de la energía, son sencillamente insostenibles. Los pasos necesarios para detener la carrera desenfrenada hacia un desarrollo insostenible están al alcance de todo el mundo ya mismo.
Debemos sacar a la luz las subvenciones ocultas al transporte, a las comunicaciones, a las infraestructuras energéticas propias al proceso de globalización y de producción a gran escala. Si una pequeña parte de los fondos que se utilizan para ampliar las infraestructuras globales necesarias para este proceso de megalopolización, fuera usada para apoyar las comunidades rurales existentes en el Norte y en el Sur, se podría llevar a cabo una verdadera actividad económica apoyada en cimientos sostenibles. Un programa que proporcione recursos energéticos renovables y que amplíe y diversifique la producción local de alimentos y manufacturas para necesidades básicas, costaría muchísimo menos que los esquemas tradicionales de desarrollo.

Estrategias para las macrociudades existentes

Si bien es cierto de que el movimiento de ecoaldeas se centra sobre todo en la vida rural, resulta obvio que no podemos ignorar las macrociudades existentes. Llevar a cabo políticas que permitieran a la población de las grandes ciudades tener un mayor contacto práctico con el entorno, constituiría un paso enorme hacia la sostenibilidad. Deberían darse incentivos para que la gente cultive sus propios alimentos, para que compre en los mercados de los agricultores o establezca contactos con agricultores de la zona a través de Comunidades de Apoyo a la Agricultura, para que recicle las baSuras o para que fabrique compost. Todo esto contribuiría a acortar la distancia que existe actualmente entre el productor y el consumidor. La reducción en el transporte de larga distancia favorecería los ciclos locales de producción, consumo y reciclado, lo que ayudaría a reducir la contaminación y el desempleo. El automóvil perdería su excesivo protagonismo actual. Acercando las necesidades al hogar sería posible seccionar partes enteras de las ciudades a los automóviles. En Amsterdam, este proceso ha se ha puesto en marcha, sin dejar por ello de crear carriles para bicicletas. Deberían apoyarse también los movimientos para crear cinturones verdes, como por ejemplo el de la ciudad de México.

De igual importancia que estas consideraciones medioambientales, son los factores sociales. Deberían ponerse en marcha nuevas estructuras de vecindad, de autoorganización y de autogobierno, o rehabilitar las existentes para favorecer en la práctica las posibilidades de relaciones personales. El establecimiento de estructuras y de relaciones de interdependencia, en las que los contactos entre las personas son frecuentes, mitigaría las tensiones existentes en la gente, satisfaciendo a la vez parte de las necesidades humanas de relación y comunidad.

Elección entre futuros

Estamos forzados a hacer una elección consciente y activa entre dos futuros muy distintos. Por una parte, podemos continuar siendo permisivos con el sistema económico actual, prácticamente fuera de control, en el proceso de explosión urbanizadora, con la consiguiente degradación ambiental y la proliferación de suburbios y barrios de chabolas. Ahora bien, no parece que nadie prefiera estos montones de inmundicia humana, ruidosos y apestosos, sin apenas sistemas de depuración de aguas residuales, en los que el agua es escasa, las moscas abundan y el aire se hace denso con el humo de los tubos de escape, antes que una forma de vida social y económicamente sostenible. Podemos entonces, alternativamente, apoyar masivamente el movimiento en favor de las ecoaldeas, lo que nos permitiría reestablecer el contacto perdido con las gentes y con nuestros lugares, reenlazándonos como hebras interependientes de la trama de la vida.