CULTURA
Gary Snyder: «La Naturaleza no es
poesía, es una performance»
Día 12/05/2011 -
Con tan solo una mesa
de por medio, su cara es como la de esos forajidos de leyenda del cine o del
country. Como Willie Nelson o Kris Kristofferson. Es lo que tiene haberse
pasado media vida en las montañas, respirando a pleno pulmón, mientras husmeas
en las huellas de un oso de cincuenta arrobas. Media vida entre pinos ponderosa
y coyotes, rayos, truenos y centellas, y la otra media estudiando budismo en
Japón o confraternizando con los pieles rojas.
Gary Snyder, 81 años
cumplidos el domingo, compañero de parranda de la Beat Generation
(sobre todo de Ginsberg y Kerouac, que lo hizo uno de los protagonistas de «Los
vagabundos del Dharma», Japhy Ryder), una de las grandes voces de la poesía
norteamericana contemporánea (Pulitzer de Poesía, 1975), parece como si Walt
Whitman hubiese crecido en la cuneta de la Ruta 66. Tiene algo de santón hippie, y tiene
mucho de sabio, de chamán que convoca en sus versos a las fuerzas telúricas, a
la memoria del hombre, a los bosques, a los ríos. En la mano derecha, dos
anillos. Uno, azul turquesa. ¿Navajo? No sería extraño, los navajos eran
expertos en decodificar los mensajes cifrados de
los «japos». Y ese es el oficio de este devoto de Machado, decodificar lo que
nos remiten los dioses y hacerlo poesía. Políticamente incorrecto, Snyder lleva
décadas diciendo verdades como puños sobre la ecología, las políticas
consumistas, la contracultura.
Esta tarde en la Casa Encendida de
Madrid ofrecerá un recital tras la proyección de un documental dedicado a su
vida y su obra, titulado «La práctica de lo salvaje», dirigido por John J.
Healey. El programa se repetirá el lunes 16 en el Espai Cultural de Caja Madrid
en Barcelona.
—¿La Naturaleza es el mejor
libro de poesía jamás escrito?
—No, no es un libro. La Naturaleza es una
representación, una auténtica performance. Y además, la Naturaleza es anterior
a la escritura. La poesía es una variedad del arte, y no creo que la Naturaleza necesite al
Arte.
—«La Naturaleza imita al
arte», nos epataba Oscar Wilde.
—¿Ah, sí? No sé
(frunce el ceño, no debe de ser uno de sus preferidos).
—¿El budismo enseña a
ser poeta?
—Nunca pensé en
aprovecharme del budismo para escribir. El budismo sirve para saber qué es lo
que está sucediendo en el mundo. Es útil para cualquiera, sea poeta o no.
—La historia de la
cultura enseña que ser un genio no suele significar ser buena persona. Su
poesía está comprometida con el hombre, con la Tierra. ¿Es posible la
estética sin ética?
—Podríamos argumentar
que la ética está muy vinculada a la belleza pero el arte, la poesía, es un
don, un regalo, algo que le llega de fuera al creador. El artista es el
vehículo. A veces se merecen ese don y están a la altura, y a veces no lo están
tanto.
—¿Qué puede ofrecer la
poesía al hombre del siglo XXI, sumergido hasta el cuello en las nuevas
tecnologías, las redes sociales, el vértigo?
—Cualquier arte
trabaja con una determinada materia prima. En la poesía, esa materia prima es
el lenguaje. Hoy por hoy, cuando la inmediatez y la rapidez son un hecho, la
poesía debe servir para que nos detengamos, nos tomemos con calma percibir la
realidad a través de ese lenguaje. La poesía y el lenguaje son mucho más
complejos que cualquier sistema de transmisión tecnológico que hayamos
inventado.
—Usted siempre se ha
manifestado de forma contundente y no correcta políticamente. Supongo que algo
tendrá que decir sobre la muerte de Osama Bin Laden...
—Mi visión, que es
contracultural, es la que realmente me hubiera gustado hablar con él. Saber
cómo pensaba, que se la pasaba por la cabeza para hacer lo que hacía. Creo que
le habría enseñado a meditar.
—Aunque no se sienta
miembro de ella, usted estuvo ligado estrechamente a la Beat Generation.
Cincuenta años después del libro fundacional del grupo, el «Aullido» de
Ginsberg, ¿cree que la influencia de esos poetas se ha dejado sentir en las
siguientes generaciones de norteamericanos, o eso es una cosa de europeos que
siempre estamos idolatrando Hollywood, Elvis, el rock and roll, el verano del
amor, Woodstock?
—Es increíblemente
sorprendente la influencia beat en la cultura contemporánea de los Estados
Unidos. Es una influencia intensísima, que se ha filtrado tanto en la sociedad
que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Y la verdad es que no siempre ha
sido una buena influencia. La herencia de Jack Kerouac no ha sido tan excelente
(risas y risas).