(Editorial del diario LA NACION - Buenos Aires, 11 de julio de 2006)
Hace algunos días estuvo entre nosotros Pierre Weil, educador francés, fundador de la Universidad Internacional de la Paz. La esencia de su mensaje está referida a la necesidad de desarrollar una enseñanza cuya finalidad sea educar para la paz. El citado autor llegó al país invitado por la Fundación Martínez Bouquet, con el propósito de dictar cursos relacionados con «el arte de vivir la vida», que la ONU proclamó como «método educativo de la paz». Según Pierre Weil, la tarea escolar, tal como se realiza generalmente, está destinada a estimular sólo la capacidad intelectual. Su propuesta es promover, en cambio, la totalidad de la personalidad, desde los niveles de la vida instintiva hasta la espiritualidad, y así dilatar la conciencia personal, social y ambiental.
Sobre ese planteo, el docente debe tratar de que los alumnos profundicen la conciencia de las actitudes y emociones destructivas -como la rabia, el orgullo y los celos- y, a la vez, enriquezcan los sentimientos constructivos, como la alegría, la ecuanimidad o el amor altruista. Esa labor didáctica cotidiana obliga a dejar los programas que conducen al alumno sólo a la comprensión intelectual de conceptos abstractos. Las perspectivas que propone Weil se cifran en que el docente logre que el educando aprenda a captar los datos de sus sentidos, sea sensible a su intuición y al testimonio de sus afectos.
En tiempos en que el país debate una nueva ley educativa, la venida de Pierre Weil es oportuna. Su propuesta de construir una escuela destinada a formar para la vida pacífica constituye un ideal de muy alto significado en la actualidad local y mundial. En este sentido, sería de desear que quienes se preparan en los institutos de formación docente y los maestros en ejercicio reflexionaran acerca de la misión de formar en ese sentido a sus alumnos y supieran transmitir cálidamente ese proyecto.
La esperanza de concordia en el mundo nos llega desde el fondo de la historia y fue proclamada a través de diversas fuentes y medios. Así nos ha llegado a través de la palabra de grandes figuras religiosas que han predicado el amor, el perdón y la paz en todo tiempo y lugar. Muy valioso fue también el aporte de quienes, mediante leyes y conceptos jurídicos, buscaron humanizar las guerras y sus consecuencias y redujeron de ese modo formas de la violencia.
Asimismo, es justo recordar las contribuciones por la causa de la pacificación y su forma de construirla, aunque quienes las propusieron podían dudar de que imperase algún día «la paz perpetua». Weil ha elegido otro sendero, el de la escuela y sus logros, a través de una movilización de la persona total. Al apreciar los conceptos de este educador, no se puede dejar de imaginar lo beneficioso que resultaría que los gobernantes del mundo -por la responsabilidad que asumen- entendieran el valor de esta concepción y su deseable influencia en el lenguaje y en el comportamiento humano, a fin de que la hostilidad y la violencia sean sustituidas por conductas de diálogo y entendimiento.
Pero estas intenciones no son tan extrañas a nuestra realidad. Desde 2004, existe en la Argentina el Parlamento de Escuelas por la Paz y la Solidaridad, una iniciativa conjunta de la ONG Red Solidaria, el Ministerio de Educación, la Secretaría de Ciencia y Tecnología, las carteras educativas jurisdiccionales y otras organizaciones de la sociedad civil. En palabras del ministro de Educación, Daniel Filmus, este parlamento "es un espacio para poner en evidencia lo que los docentes y alumnos argentinos hacen todos los días por la paz".
El próximo Parlamento Nacional 2006 se realizará el 25 de agosto, víspera del Día Nacional de la Solidaridad, en la sede del Ministerio de Educación, con la consigna "Desde la memoria, desde la diversidad, por la justicia y el desarrollo". Este año, la convocatoria incluirá una muestra de afiches que den cuenta de las acciones concretas que las escuelas del país emprenden por una cultura de la convivencia entre todos los seres humanos.
Como se ve, también en nuestro país se está trabajando en una dirección similar a la propuesta por Weil, lo cual alienta aún más la convicción de que la paz es siempre posible, cuando se la transforma en una enseñanza cotidiana.
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